La protección pasiva contra el fuego consiste en una serie de elementos de construcción y productos especiales dispuestos para evitar que se propague el fuego, evitar el inicio del mismo, procurar que no afecte gravemente al edificio y garantizar la evacuación de las personas de manera rápida y eficaz sin que estas sufran ningún daño.
Se trata de sistemas que no realizan ningún tipo de acción, sino que consiste en la utilización de revestimientos y la elección de materiales constructivos que dotan de resistencia contra el fuego al edificio o a las partes que hayan sido revestidas previamente.
Uno de los objetivos principales, es minimizar los daños del fuego e impedir que se propague, de modo que el tiempo del deterioro de la estructura se alarga y permite la intervención de los servicios de emergencia, favoreciendo a la evacuación de personas que se encuentren en el interior.
La diferencia entre la protección activa y pasiva es que la primera trata de un sistema de extinción compuesto por instalaciones y todo tipo de instrumentos para apagar el fuego cuando este ha sido declarado. En cambio, la pasiva se compone de materiales para prevenir la aparición del mismo.
Existen dos categorías dentro de la clasificación de protección pasiva contra incendios:
- Protección estructural: medidas para asegurar la resistencia al fuego de los elementos que componen la estructura del mismo.
- Compartimentación: medidas para cerrar los pasos que conectan el área donde estalló el fuego hacia áreas adyacentes.
Para averiguar cuál es más adecuada para implantar en tu edificio te recomendamos que busques una empresa de protección pasiva que pueda asesorarte como profesional del sector.